Código para evitar descargas

martes, 22 de septiembre de 2015

El viejo y el mar

Autor: Ernest Hemingway. Editorial Sirpus.2002


Santiago, un viejo pescador está atravesando una racha de mala suerte: lleva ochenta y cuatro días sin pescar ni una sola pieza. El resto de pescadores del pueblo creen que el viejo ya está acabado y que ha perdido todas las facultades para pescar. Excepto  un muchacho, Manolito, que antes salía a pescar con el viejo. El joven le proporciona alimentos, carnada y el aliento necesario que le permite seguir en la batalla diaria.

El día ochenta y cinco, bien de madrugada, el viejo se hace a la mar convencido de que ese será un buen día de pesca y que finalizará así su mala racha. Tras varios intentos después encarnar el aparejo, el viejo siente unas pequeñas picadas que finalizan con un fuerte tirón. Evidentemente se trata de una buena pieza que arrastra al pequeño bote. Al cabo de cuatro horas el pez salta a la superficie exhibiendo su majestuosa talla. El viejo se sorprende del tamaño del pez: mide dos metros más que su chinchorro. Es, sin lugar a dudas, el pez más grande que jamás ha pescado.

Transcurren las horas, las noches y los días y continúa la lucha entre el hombre y el pez que sigue llevando de remolque a la pequeña embarcación. Entre tanto, el viejo calcula el precio y ganancia que conseguirá por el enorme pez a la vez que añora al joven Manolito que, de tenerlo consigo a bordo, le habría ayudado y a esas alturas, el animal ya estaría muerto. 

Al tercer día de brega, el viejo consigue vencer a la presa. Con enorme esfuerzo, a base de paciencia, tesón, perseverancia e inteligencia consigue matar al pez. Lo abarloa a un costado del bote y navega ya rumbo a tierra.

El viejo se ve sorprendido por el ataque de un tiburón que ha seguido el rastro de la sangre del pez. El pescador consigue deshacerse hábilmente de este primer escualo pero no podrá repeler los sucesivos ataques que irá recibiendo. Cuando arriba a puerto a penas le queda la cabeza de aquel enorme pez.

Narrativa moderna, sencilla. Hemingway utiliza un lenguaje diáfano, sin florituras. Describe las escenas de una forma ágil que confiere a la novela un ritmo ameno. Hemingway enfrenta en esta novela a dos fuerzas antagónicas: el hombre y la naturaleza. En un primer asalto, el hombre, inteligente, paciente, obstinado, logra vencer a la naturaleza. Pero es ésta última, mucho más fuerte y sabia, la que gana la batalla final.


Luisu