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martes, 3 de noviembre de 2015

Faro de Getaria


Nº de faro: 4
Nombre del faro: Getaria
Nº Nacional: 00335
Nº Internacional: D-1489
Situación
Latitud: 43º 18,6' N
Longitud: 02º 12,1' W
Características luz: GpD(4)B
Periodo:(0,4+<2>)*3+0,4+<7>=15
Alcance:21 mn.
Altura de la torre:21 m.
Altura plano focal:93 m.

La necesidad de un faro en el puerto de Getaria se debe a la presencia de la isla de San Antón, que desde mar adentro se confunde con las montañas del fondo. El farol original, destruido durante la Guerra de la Independencia en 1813, se estableció en la torre de la ermita de San Antón, en el promontorio más saliente de la isla.

En 1847 se aprueba la reconstrucción, y el último día del año, se enciende la luz fija roja producida por un aparato óptico de 5º orden.

Durante la Segunda Guerra Carlista el monte es objeto de bombardeos desde El Gárate. El objetivo es eliminar la luz de orientación a las embarcaciones que arriban a la plaza sitiada. El torrero sigue en su puesto, ocultando los paneles de la linterna que dan cara al enemigo, colocando la lámpara y el aparato óptico durante el día a mejor resguardo. Durante la contienda el faro no dejó de alumbrar ni una sola noche. 

Mientras se repara el edificio y para no interrumpir el alumbrado, se construye junto al solar de la ermita un torreón de 1,7 m. de alto que alojaría provisionalmente el aparato. 

Después de haber utilizado una lámpara de aceite y una Maris de una mecha con parafina y petróleo, se electrificó en 1938, cambiando su apariencia definitiva de grupos de 3 ocultaciones y 12 millas de alcance en 1946.

Actualmente, la instalación está automatizada, y sus cuatro destellos blancos cada 15' son visibles a más de 21 millas. Para obtener el alcance necesario se recreció la torre 2,80 m. más, dotándola de una nueva linterna.

Una carretera de 651 m., hoy cerrada al tráfico excepto para los del servicio, conduce desde el puerto al faro, al que se accede por una escalera de 67 peldaños que salva los 18 m. de desnivel. Símbolo de la villa, el monte de San Antón con sus acantilados es zona protegida, paseo cotidiano para su habitantes y excursión obligada para los forasteros.

Luz del faro                                                Localización

miércoles, 23 de septiembre de 2015

El cazador de barcos

Autor: Justin Scott. Editorial Juventud. 2000


Peter Hardin y su esposa Carolyn disfrutan de una travesía en su queche La Sirena cuando son abordados por un superpetrolero de más de quinientos metros de eslora y con capacidad para transportar hasta un millón de toneladas de crudo. Carolyn desaparece en el abordaje mientras que Peter se salva milagrosamente de la cavitación de las hélices del buque. Pero consigue ver escrito en la popa el nombre del barco: “Leviathan” y debajo del nombre su puerto de origen:”Monrovia, Liberia”.

Comienza aquí una persecución, una historia frenética que Justin Scott nos narra de un modo espectacular, con un profundo conocimiento del mundo de la mar y de los barcos e imprime a la narrativa un ritmo trepidante, enloquecedor, propio de un auténtico thriller. La novela te cautiva, te atrapa en cada página, en cada capítulo. Es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas que he leído sobre náutica y el mundo de la mar. 

Scott saca a la luz, además, el problema del transporte marítimo de mercancías peligrosas y contaminantes. Parece que ya hemos olvidado los accidentes de los Urquiola, Aragón, Aegean Sea y Prestige que aún hoy contaminan nuestras costas. Sin ir más lejos este último fin de semana me fui a Gijón y, paseando por la playa de San Lorenzo, aún se pueden ver restos del vertido de carbón ocasionado por el hundimiento del bluk carrier Castillo de Salas, en 1986. De esto hace ya 29 años y los servicios de limpieza municipales extraen cada año más de 300 toneladas de arena contaminada de la playa. Luego, tenemos la jeta de decir que los ecologistas exageran en sus vaticinios al evaluar las catástrofes ecológicas. Pero lo más grave e impresentable del asunto, es que no he leído ni oído en las noticias que los responsables primeros y últimos de estos accidentes estén en la cárcel pagando su negligencia. Pero en fin, esto es otro tema que quizás algún día os comentaré en este faro.

Antes de comprar el libro, había leído que desde 1979, año de su primera edición, “ha fascinado a millones de lectores en todo el mundo, y se ha convertido en la segunda novela de tema náutico más leída después de Moby Dick”. Evidentemente, no puedo corroborar estos datos pero lo que sí puedo es dar fe de que es una novela apasionante en todos los sentidos y recomiendo que os la leáis y que juzguéis vosotros mismos.

Luisu

martes, 22 de septiembre de 2015

El viejo y el mar

Autor: Ernest Hemingway. Editorial Sirpus.2002


Santiago, un viejo pescador está atravesando una racha de mala suerte: lleva ochenta y cuatro días sin pescar ni una sola pieza. El resto de pescadores del pueblo creen que el viejo ya está acabado y que ha perdido todas las facultades para pescar. Excepto  un muchacho, Manolito, que antes salía a pescar con el viejo. El joven le proporciona alimentos, carnada y el aliento necesario que le permite seguir en la batalla diaria.

El día ochenta y cinco, bien de madrugada, el viejo se hace a la mar convencido de que ese será un buen día de pesca y que finalizará así su mala racha. Tras varios intentos después encarnar el aparejo, el viejo siente unas pequeñas picadas que finalizan con un fuerte tirón. Evidentemente se trata de una buena pieza que arrastra al pequeño bote. Al cabo de cuatro horas el pez salta a la superficie exhibiendo su majestuosa talla. El viejo se sorprende del tamaño del pez: mide dos metros más que su chinchorro. Es, sin lugar a dudas, el pez más grande que jamás ha pescado.

Transcurren las horas, las noches y los días y continúa la lucha entre el hombre y el pez que sigue llevando de remolque a la pequeña embarcación. Entre tanto, el viejo calcula el precio y ganancia que conseguirá por el enorme pez a la vez que añora al joven Manolito que, de tenerlo consigo a bordo, le habría ayudado y a esas alturas, el animal ya estaría muerto. 

Al tercer día de brega, el viejo consigue vencer a la presa. Con enorme esfuerzo, a base de paciencia, tesón, perseverancia e inteligencia consigue matar al pez. Lo abarloa a un costado del bote y navega ya rumbo a tierra.

El viejo se ve sorprendido por el ataque de un tiburón que ha seguido el rastro de la sangre del pez. El pescador consigue deshacerse hábilmente de este primer escualo pero no podrá repeler los sucesivos ataques que irá recibiendo. Cuando arriba a puerto a penas le queda la cabeza de aquel enorme pez.

Narrativa moderna, sencilla. Hemingway utiliza un lenguaje diáfano, sin florituras. Describe las escenas de una forma ágil que confiere a la novela un ritmo ameno. Hemingway enfrenta en esta novela a dos fuerzas antagónicas: el hombre y la naturaleza. En un primer asalto, el hombre, inteligente, paciente, obstinado, logra vencer a la naturaleza. Pero es ésta última, mucho más fuerte y sabia, la que gana la batalla final.


Luisu